martes, 24 de enero de 2012

FOTOGRAFÍAS


Playa de San Sebastián. La Barceloneta, Barcelona. Agosto, 2006



Hombre con sombrero








Niño en la ducha


Rodaje cortometraje. Barcelona. 09/10









domingo, 22 de enero de 2012

viernes, 20 de enero de 2012

Winter




jueves, 25 de junio de 2009

MONTAJES


WATERMELON MAN



Realización: Anna Giralt
Montaje: Isabel Botero


SPEAK LOW


Realización y Montaje: Isabel Botero


LA FERIA



Realización: Anna Giralt
Montaje: Isabel Botero


SATUNA



Realización: Anna Giralt
Montaje: Isabel Botero

lunes, 8 de junio de 2009

BELLOS MONSTRUOS

Artículo publicado en la Revista Wendy & Rita. 2008



Idólatras del credo de las apariencias

La belleza nunca es inocente. Cada época ha tenido su propio canon de belleza que responde al carácter, convenciones y obsesiones de cada momento histórico. El cuerpo, como una esponja y un espejo, absorbe y refleja la cultura. En la eterna búsqueda de la belleza, moldeamos nuestros cuerpos persiguiendo un prototipo que esconde motivos ocultos y razones inconfesables.

Shisuka es japonesa y se puso pliegues en los párpados para tener ojos occidentales. Carmen convirtió sus labios en una boca de actriz de porno. Didier, de Nigeria, usa crema para decolorar su piel y Lily, inglesa, es adicta a la cámara autobronceadora. Sara, acomplejada por heredar el pecho del padre, se implantó 1 kilo de silicona en los senos, los mismos que Mariona se quitó, acomplejada por parecer una vaca. Teresa, de nariz larga, se siente como Cyrano de Bergerac, mientras que Julio, de nariz chata, sufre por tenerla de boxeador. Ramón invierte casi la mitad de su sueldo en tratamientos contra la calvicie mientras que Luz acude mensualmente a la depilación láser.

A pesar de diferencias culturales, lingüísticas y geográficas, gran parte de la humanidad se ha puesto de acuerdo sobre los rasgos físicos que merecen ser admirados y copiados. Buscamos acercarnos a ese modelo de belleza que la sociedad hegemónica ha impuesto y que cada vez es más inalcanzable. Nos hemos sometido a la belleza, como si fuera un tirano, que no nos deja más opción que ser jóvenes y bellos a cualquier precio. Como no podemos cambiar de vida, cambiamos nuestro cuerpo. Dejamos de ser un cuerpo para tener un cuerpo.

Pero el canon de belleza no es universal. En algunas tribus africanas los senos femeninos flácidos y caídos hasta la cintura son símbolo de belleza. Para las mujeres Padaung, la belleza se mide por el número de anillos que tiene alrededor del cuerpo. La mujer Tuareg es valorada por la cantidad de pliegues que pueda acumular en su vientre. En la búsqueda de la belleza, las culturas se insertan platos en los labios y las orejas, usan tatuajes, se clavan huesos de animales, se liman los dientes, se pintan con henna, se atrofian los pies, se mutilan la nariz e incluso, como sucedía en Etiopía, gustaban de las cabezas cuadradas. Parecen torturas, como los tacones, pero son rituales de belleza. Porque para gustos, colores.

Desde los cuerpos rollizos esculpidos en piedra hasta las ciberchicas despampanantes dibujadas con bits, la historia de la humanidad está marcada por la búsqueda de la belleza y la perfección. Cada época, mediante el arte y los medios de comunicación, ha idealizado los cuerpos que consideran bellos.

HISTORIA CARNAL

Imagino que en la prehistoria tenían bastantes cosas que resolver, como descubrir el fuego, inventar la rueda y protegerse de los dinosaurios como para dedicarle mucho tiempo al tema de la belleza. Sin embargo, se conservan de esta época esculturas y pinturas rupestres de cuerpos rollizos que representan el culto a la fecundidad y hacen suponer que el ideal de belleza de la prehistoria eran cuerpos de abundante carne que ostentaban una buena nutrición por la dificultad en que tenían para conseguir los alimentos.

Es en Egipto donde se crea por primera vez la representación abstracta y matemática del cuerpo basada en un sistema de proporciones. Hay una explosión de la estética corporal, el peinado, el maquillaje e inclusive la cirugía. Las esculturas y pinturas de esta época muestran figuras esbeltas y bien proporcionadas, de cintura marcada, ojos rasgados delineados de negro, cuellos largos, piel rojiza e indumentarias ricas en accesorios ornamentales.

Los griegos definían el sentido general de la belleza como el resultado de cálculos matemáticos, proporción y armonía. Un cuerpo es bello cuando todas sus partes son proporcionadas a la figura entera. La belleza corporal fue representada a través de esculturas de jóvenes atletas y las esculturas femeninas muestran cuerpos desnudos o envueltos en túnicas que insinúan las formas de cuerpos proporcionados y algo robustos según los cánones actuales, cuellos largos y rostros fríos y esteriotipados.

Roma heredó los gustos de los griegos pero a los cuerpos desnudos se les añadieron las armaduras. Los peinados y cánones de belleza de esta época fueron cambiando a través de la larga duración de este imperio y las influencias que recibió de los diferentes pueblos que fueron conquistando. El festín de la belleza tendrá su fin con la caída del Imperio Romano y la entrada a la Edad media. La belleza era un atributo de Dios, por lo tanto su investigación era una rama
de la teología. La coquetería fue reemplazada por la austeridad. El Cristianismo impone recato en las vestimentas y desaparece el maquillaje. Las mujeres esconden su cuerpo, e incluso usan cinturones de castidad. Se aprecia la belleza espiritual por encima de la corporal. La imagen femenina por excelencia fue la Virgen Maria, la madre de Dios, y, gracias a las invasiones bárbaras, se impone la belleza de las nórdicas y los caballeros.

El Renacimiento regresa al canon de belleza del mundo clásico basado en la armonía y la proporción. Los cuerpos se idealizan, buscan la perfección y la delgadez reflejaba espiritualidad. La mujer, representada en “El nacimiento de Venus” de Sandro Boticcelli, encarnaba la unidad entre belleza, amor y verdad. También las mujeres rellenitas de Rubens, son de este periodo y la Mona Lisa, de Leonardo Da Vinci, quien expresa lo que para él constituye un cuerpo
perfecto en su Tratado de pintura con el Hombre de Vitruvio. De este periodo es también el David de Miguel Ángel, que refleja la exaltación de las proporciones humanas y el rostro idílico que busca la perfección.

El hombre, al descubrir que no es el centro del universo, emprende una búsqueda de nuevas expresiones de belleza que desembocará en el Barroco, época por excelencia de la apariencia y la fastuosidad. Los nobles mostraban sus hábitos imposibles para separarse de la plebe y eran los que marcaban las pautas de belleza. Pelucas y peinados de hasta dos metros de altura estaban de auge. También el uso de perfumes, carmines, lunares y corsés que fracturaban las costillas, encajes, ropas suntuosas y tacones. El ideal de belleza femenino eran cuerpos más entrados en carne que los del renacimiento, escondidos bajo exagerados trajes, pechos voluminosos resaltados por los corsés, cinturas de avispa, brazos y caderas redondeadas. Tanto hombres como mujeres, blanqueaban la piel con talcos y coloreaban rosadas las mejillas.

El Siglo de las luces está marcado por el Romanticismo y la Ilustración que cultivan la individualidad y marcan la entrada del mundo moderno. Será una época contradictoria en cuanto a los modelos de belleza ideal pues mientras la Ilustración y los Estados modernos fomentaban los cuerpos sanos y sobre todo, útiles, el romanticismo exaltaba el cuerpo etéreo y enfermo. Es en esta época cuando la mujer entra en la vida pública. Se liberan de los corsés y
aparecen los cuerpos más naturales y libres. Aparece el tema gótico y gracias a los viajes y expediciones, nace el gusto por los exótico, lo curioso y lo diferente. En 1789 se produce la revolución francesa y en contraposición a las costumbres de los nobles, las pelucas se guardaron en el armario y empezaron a llevar el cabello natural.

La industrialización y el capitalismo en expansión crearon ciudades uniformadas y lóbregas, al mismo tiempo que se relaciona el cuerpo con la máquina. En respuesta a este anonimato entre la masa, se busca ser “diferente”. Se profesa un gran amor a la belleza y un gusto por lo excepcional, encarnado por el Dandi, una figura que nace en la sociedad burguesa a principios de siglo en el que la elegancia y el extremo refinamiento se unen a la provocación. La vida no se dedica al arte sino que el arte se aplica a la vida.

A finales de siglo, la moda se fue unificando en Europa occidental y Paris se convirtió en la capital del estilo. Faldas, encajes y enaguas. Sombreros, cintas y tul. Se profesaba el buen gusto y la exquisitez en la alta sociedad mientras que, gracias a la revolución industrial, la mujer, que se había incorporado al mercado del trabajo, necesitaba estar cómoda. A mediados del siglo se publican las primeras revistas femeninas que promocionaban las nuevas tendencias, surgen
industrias que vestían tanto a ricos como a pobres.

El siglo XX con el nacimiento de los medios de comunicación masivos, sobretodo el cine, hará posible que los ideales femeninos y masculinos se generalicen, idolatren y sean copiados. La moda se convierte en algo cambiante y susceptible de ser archivada rápidamente y los prototipos de belleza responden a motivos sociales y económicos. El misterio de la femme fatale, la silueta lisa y andrógina que bailaba el charlestón, las voluptuosas, sofisticadas y rubias platino como Marylin Monroe, la mujer avispa del Rock n´roll, las lolitas descaradas, las hippies flacas, los hombres querían ser como los Beattles, los afros y los pantalones campana, el reinado de la cosmética, el plástico, los colorinches, el Punk londinense y el pop, El look “underground” de tatuajes y piercings, el “Grunge” desgarbado, bohemio y sucio. Las pasarelas y el reino de los huesos.

Hoy en día el cuerpo es el kit de la presencia. Los cambios del patrón estético responden a la nueva ideología del poder: el mercado, que genera miles y miles de millones a costa de nuestra insatisfacción y los cuerpos que, extrañamente, también empiezan a parecerse unos a otros. Es difícil imaginar una mujer de medidas 100-45-80, el cuerpo de la Barbie, en caso de que fuera humana. Una imagen que lleva más de 40 años impresa en el subconsciente de varias generaciones en todo el mundo.

Ya en Estados Unidos las reuniones para tomar el té son del siglo pasado, si quieres estar realmente In, apúntate a una “Botox partie” o a un “Peeling after lunch”. En Suramérica se organizan viajes turísticos que incluyen visitas guiadas a centros de cirugía estética y los alemanes tienen sus “Lunch time beutty”.

El mercado de la delgadez vende cuerpos desnatados, descafeinados y decolorados. La obesidad se ataca como una epidemia y los supermercados cada día más se parecen a las farmacias.
El cirujano plástico se convierte en el creador de seres nuevos, a veces bellos, a veces monstruosos. Es el artesano, el escultor, el arquitecto del cuerpo, que dejó de ser un medio para ser alguien y se convirtió en un fin por sí mismo.

En la búsqueda desesperada por suprimir la muerte, el mercado ahora lo que vende es salud. Vampiros, condesas, alquimistas y excéntricos han buscado el elixir de la eterna juventud durante siglos y ahora las grandes firmas de cosmética lo envasan en lujosos estuches. Jengibre, baba de caracol, uvas, piedras volcánicas, sal rosa del Himalaya, aceite de pino y bergamota. Ya no basta con tener un cuerpo bello sino que tiene que estar sano y sin huellas del tiempo. Se combaten las arrugas al mismo tiempo que el estrés. Se hidrata la piel para humectar la crisis existencial. No importa si el fin de semana te drogas, pierdes los papeles, desfalcas tu tarjeta de crédito. El lunes te espera un vaso leche de soja, el tófu y las clases de Yoga.

La manipulación genética, los avances tecnológicos que reemplazan órganos por aparatos y la vida artificial es pan de cada día y las películas de ciencia ficción empiezan a ser una realidad. No queremos crecer, deseamos permanecer en la tierra del Nunca jamás. El síndrome de Michael Jackson no es exclusivo de famosos y el bótox se vende en los gimnasios con toda normalidad.

La era post-corporal es lo que nos espera. Los iconos de belleza se encuentran en programas de ordenador. Modelos virtuales como Lara Croft marcan las medidas y Webbie Tokay tiene contrato de por vida con la agencia Elite. Las ciberchicas marcarán las tendencias. Ya son protagonistas de exposiciones y concursan en Miss Mundo digital. Estas chicas no están tan alejadas de la imagen de las modelos de carne y hueso, más hueso que carne, retocadas por
ordenador. El mercado lanza modelos imposibles de imitar sin bisturí, cremas, dietas, prótesis y sustancias sintéticas y la cirugía estética y el Photo shop colaboran fehacientemente. Las mujeres de carne y hueso, de más carne que hueso, nos miramos al espejo cada mañana intentando, vanamente, encontrar algún parecido a ellas. Deberíamos poner un post it en el espejo para recordar la frase de Esteé Lauder, la mujer que revolucionó la cosmética: “Lasnovias el día de sus casamientos están todas bellas. Y es porque están en actitud de estar bellas”.